Mis piernas, que arden de sol y crema, descansan sobre la mesa de "estudio". Digamos que serán las doce de la noche pero podría ser la una, o las dos. Quizás las mil de la madrugada. Hace calor, claro que hace calor, estamos a finales de junio y no hay corriente ni brisa que valga. Sólo bocanadas de calor que de vez en cuando entran por mi ventana. Aunque bueno, no es tan horrible, la música suena, los bajos retumban y sí, debería estar estudiando pero creo que aún no. Esta noche al menos no.