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Mostrando entradas de marzo, 2011

Sum mer.

Hacía algo así como dos años que no sentía el pelo caer por la espalda. Quien quiera que inventase el corte de pelo a lo garçon para las chicas era una salvaje. Una lunática. O lunático. En fin, un loco o una persona sin terminaciones nerviosas en donde el culo recupera su casto nombre.

Desnúdate, pero no te quites la ropa.

Te veo a oscuras en el décimo piso de un lugar ajeno, en un país ajeno. Ni mi casa ni la tuya. Y en realidad la de nadie. Si me preguntases cómo he llegado a este momento no sabría responderte. Quizás me quedaría en blanco y pediría el comodín de la llamada. Pero no me lo preguntas y aquí estamos. Tú y yo. Mano a mano. Me pasaría más horas hablando contigo de las que hace que te conozco. Pero da igual, dicen que mañana nada de esto habrá pasado. Ahora me acuerdo. No sé tu nombre. Y no, mientras estés delante no es necesario.

Für meine Kartoffel.

Créeme que eres un cristal que según la luz que filtre proyectará una cosa u otra. Tienes miles de muescas que te ha hecho la vida y otras tantas que venían de fábrica. Tienes manchas, pegotes, rayas y mil cosas más. La luz es la mirada del otro. Que sólo es capaz de ver la proyección. Y no es tu culpa, ni mi culpa, ni la de nadie que vea algo que no le guste, quizás su luz es demasiado tenue o demasiado fría. Pero el hecho es que simplemente no encajas en su visión de la vida. Así que píntate una raya más y repítete que esta no va a ser la última vez y que no te importa. Dime si no te sientes viva. Porque la vida es esto, los altos y los bajos. Todo sentimiento fuerte aunque sea malo es un impulso, así que aprovecha éste. No lo dejes estancado y permite que te lleve. Que te lleve incluso si el destino es el siguiente montón de la más absoluta mierda. Porque, ¿Sabes? Cuando la vida se mantiene estancada y nada pasa, sólo el tiempo, hasta la mierda sabe a gloria.