Existe un punto de inflexión que todo el mundo ansía y todo el mundo esquiva. Lo deseas de los otros y lo evitas por tu parte. Estoy hablando del momento en el que las cosas se complican. De la mañana en la que te despiertas y las cosas han dejado de ser banales.
Un instante compartido sin retorno. El momento en el que por primera vez con una persona, una conversación deja de ser intranscendente para empezar a hablar de sentimientos.
Lo que quiero contar hoy son las veces en que esto pasa. Cada vez menos. No hay amistad antes de este punto y sin embargo, con cada año que pasa cuesta más superarlo.
Las inflexiones sin capacidad de retorno dan miedo. Mucho. El mismo que las cosas definitivas. Hay quien dice que nada es permanente. Yo te diría que hay ciertos cambios que lo son, para bien o para mal. Y este es uno de ellos.
Un instante compartido sin retorno. El momento en el que por primera vez con una persona, una conversación deja de ser intranscendente para empezar a hablar de sentimientos.
Lo que quiero contar hoy son las veces en que esto pasa. Cada vez menos. No hay amistad antes de este punto y sin embargo, con cada año que pasa cuesta más superarlo.
Las inflexiones sin capacidad de retorno dan miedo. Mucho. El mismo que las cosas definitivas. Hay quien dice que nada es permanente. Yo te diría que hay ciertos cambios que lo son, para bien o para mal. Y este es uno de ellos.
A nadie le gustan las complicaciones, pero es que son innevitables, forman parte de la vida. Solo nos queda asumirlas con la mayor entereza posible, tratar de superarlas y seguir adelante.
ResponderEliminarSaludos y animo ;)
Es cierto que cada año cuesta más superar ese punto. Pero un día te ves en la Plaza Mayor de Salamanca, una noche cualquier en realidad, llena de agobios y miedos, y alguien te dice "Je ne sais pas".
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